Valijas mutantes: evolución natural de productos

Transportar objetos personales o mercancía en un contenedor ha sido siempre una actividad muy cotidiana en todas las civilizaciones. La maleta o la valija, metonimia de un viaje, es un objeto que actualmente tiene unas prestaciones muy concretas y particularmente antagónicas.

Se trata de un producto que necesita ofrecer mucha fortaleza y seguridad en su exterior, mientras que en su interior tiene que lidiar con objetos muy delicados, cotidianos, casi íntimos.

El siglo XX fue un tiempo de rápidas transformaciones tecnológicas. En el acelerado desarrollo de los medios de transporte, especialmente masivos tanto aéreos como marítimos, este tipo de producto consiguió fragmentar sus prestaciones para atender una variada gama de demandas, utilizando el concepto de ‘familia’, de uso frecuente en el desarrollo de productos.

En este grabado victoriano de principios del siglo XX la valija ya es un objeto que identifica al viajero.

En octubre de 1970 la industria de equipajes Briggs & Riley lanzó al mercado una maleta con cuatro ruedas y un trozo de cuerda para tirar de ella, así se registra en la patente original. Este fue probablemente el primer paso en el camino de las valijas rodantes. Pero a finales de la década de los setenta surgió un nuevo accesorio, así como muchos otros, que resolvería con mucho mayor efectividad el problema del traslado del equipaje personal dentro de las estaciones de transporte: un carrito metálico y plegable. Una solución que agregaba un nuevo dispositivo. Un nuevo objeto para para cargar y transportar.

Pasaron 20 años hasta que finalmente y, en la víspera del siglo XXI, ocurrió una mutación de los productos. Una simbiosis natural que se desprende del uso y de las situaciones reales de uso. En el caso de las maletas, se presenta de forma muy analógica. En esta evolución se puede ver la estructura del carrito, que antes era utilizado para cargar y mover la maleta, formar una suerte de ‘dermatoesqueleto’, la estructura rígida que aparece dentro de la piel de algunos animales. Las maletas se tragaron los carritos y ahora son parte de ellas.

Una fusión lógica en el uso, pero difícil de implementar en términos de producto. Esto significó para los fabricantes de maletas hacer una modificación importante en las líneas de producción, en el modelo de negocio. Las fusiones entre productos son muy comunes. En el caso de los teléfonos celulares con las agendas digitales ocurrió algo muy parecido.

Patentes: Briggs & Riley, 1970 | Wang, Gin Chiao (Taichung Hsien, TW), 2003 | Wolters, Richard H. (Grand Rapids, MI) y Burt, Thomas R. (Santa Barbara, CA), 2004.

Muchas compañías en todo el mundo desarrollan constantemente nuevas maneras de alimentar ese nuevo espacio de trabajo, todos tratando de ofrecer máxima movilidad y mejores condiciones ergonómicas de uso. Otros conceptos y explotación de nuevas funciones es el foco de las grandes firmas que diseñan y fabrican equipaje.

El Obag Samsonite diseñada por Rooz Mousavi.

Empresas fabricantes de equipaje como la canadiense Heys han apostado al uso de las maletas como espacio para comunicar y han desarrollado una línea de valijas con la firma del artista plástico brasileño Romero Britto.

La obra Pop de Romero Britto empaquetando maletas.

Finalmente, el tema tiene muchas puntas y matices como producto. Encontramos este Trabajo de Grado de Sindre Klepp, dentro de la Mid Sweden University en Suecia y con la colaboración de la empresa fabricante de equipajes Libro Group. En principio, un tema que no podría ser el desarrollo final de un curso de diseño industrial, pero que nos sirve para saber que mucha gente tiene contacto con maletas, que hay otros espacios para el diseño de productos.

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