SurfEars®: productos especializados, cuando los diseñadores son también usuarios

Los discursos de la creatividad, el éxito y las ‘voces’ individuales que circundan la comunidad de los diseñadores están sobrevaloradas en estos días. Hay más historias interesantes sobre objetos y productos que en las miles de imágenes que aparecen en las redes sociales que quieren hablar sobre diseño. Muchas de ellas, ejercicios del culto al ego. Otras, meras ilustraciones sobre fantásticos artefactos diseñados desde la sala de la casa o tipologías recalentadas de objetos, sin haber siquiera conversado con alguien o hacer alguna consulta con otros. Es muy probable que, cuando los objetos hacen parte del paisaje de lo cotidiano, creemos que todos somos especialistas de uso o usuarios especializados: todo el mundo es experto en girar una manilla para abrir una puerta o voltear una jarra para servir agua. Sin embargo, hay una experticia particular en el diseño de estos objetos que proponen los grandes retos que emergen de la intersección de funcionalidad con la belleza.

Hay soluciones fuera de ese espacio cotidiano que nacen de la invención, del terreno de la incertidumbre o de la serendipia, pero que el diseño y desarrollo de producto las pone en las manos de la gente. Esta es una pequeña historia de un pequeño objeto médico desarrollado por diseñadores, que son al mismo tiempo usuarios del producto.

Un gran número de surfistas, nadadores, submarinistas y entusiastas de deportes acuáticos sufren problemas de otitis asociados a la exposición excesiva del oído a múltiples condiciones. Las infecciones de oído, especialmente la temida “oreja de surfista”, son afecciones en aumento con un número creciente de personas que buscan atención médica, en muchos casos con intervenciones quirúrgicas. Para prevenir estos efectos hay dos opciones: una puede ser usando algún tipo de casco o gorro de neopreno que cubra las orejas y la otra es el uso de tapones para los oídos. De estos últimos hay muchas soluciones, pero no bastaría cualquier modelo de natación ni mucho menos tapones aislantes de sonido. Hay marcas que fabrican tapones especialmente adaptados para el surf.

Los SurfEars®son unos tapones para surfistas. La idea para este producto nació en 2011 cuando el surfista sueco y de aguas frías Christian Dittrich tuvo una importante infección en el oído durante un viaje a Marruecos. Después de probar todos las soluciones de tapones del mercado, este surfista e ingeniero mecánico de profesión y con experiencia en la industria telefónica, se juntó con un grupo de diseñadores e ingenieros también surfistas para desarrollar este producto.

Una de las principales premisas de los SurfEars®, además de proteger los oídos del agua, el aire frío y los contaminantes, es también maximizar el sonido y por consiguiente el equilibrio que es esencial para la mayoría de los deportes acuáticos que usan tablas.

«Los SurfEars® están diseñados con una malla acústica que se puede encontrar en aplicaciones de audio de alta gama, bloqueando el agua y protegiendo el oído mientras permite que la máxima cantidad de sonido ingrese al canal auditivo. La malla está conectada a un núcleo de plástico diseñado para replicar la frecuencia de resonancia natural del oído y mejorar el rendimiento acústico. Pruebas independientes muestran que SurfEars® tiene una pérdida acústica cercana a cero en el rango de frecuencia del habla humana».

Versión 3.0.

Este pequeño producto se sigue desarrollando y las plataformas digitales ayudan al contacto directo con las personas que los usan. Personalmente no los uso porque no tengo problemas con el agua en los oídos, pero conozco muchos surfistas amigos que los usan constantemente.

Versión 2.0 de los SurfEars®.


Para los diseñadores que trabajan en la industria directamente, en equipos de diseño dentro de las empresas, las conexiones con la gente se filtran entre las redes comerciales, entre los canales de distribución de los productos. La necesidad de entender para quien se hacen los objetos debería ser muy clara también para quienes trabajan en consultoría, en oficinas o estudios, donde el proyecto crece sobre el encargo o en pequeñas empresas que surgen a partir del diseño de algún producto, eso que le llaman ahora el ‘emprendimiento’.

Uno de los grandes desafíos que tienen hoy las escuelas de diseño, especialmente aquellas que ofrecen diseño industrial o diseño de producto, pero en general sobre todas las especialidades que han aparecido, es hacer que los estudiantes se conecten con la gente, con otros. Esa conexión con las personas, encubierta con frases que hablan de los ‘usuarios’, tiene que estar por encima que las descripciones de los proyectos y ejercicios académicos que intentan capitalizar los ‘discursos competentes’ – en la frase de la filósofa brasileña Marilena Chaui – para vender historias de diseño.

Información

Surfears
www.surfears.com

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