Sergio Justianovich: Diseñar junto a las mayorías / Agricultura familiar
«Lo único que no importan desde la Periferia los países del Centro son los problemas»
Gui Bonsiepe.
Sergio Justianovich nació en Bragado (Provincia de Buenos Aires) y se mudó a La Plata para estudiar Diseño Industrial en la Facultad de Artes de La Universidad Nacional de La Plata. Si bien afirma que no tuvo en claro porque eligió esta carrera, cuando enumera los proyectos en los que participó y el modo en que desempeña su profesión hoy en día, esa duda se vuelve irrelevante.
Sin embargo, hasta llegar a su situación actual, atravesó un camino que tuvo momentos de reflexión y puesta en crisis en torno a qué tipo de problemas estaba aprendiendo a resolver en la Universidad. Sergio cuenta, que en el tercer año de la carrera junto a otros colegas, manifestaron su descontento en relación a la formación académica impartida, y a la desconexión que había entre la Universidad y las problemáticas ´reales´ y los ´temas de oportunidad´ que podían resolverse. Allí estaba el germen de lo que luego convirtió a Sergio en un ´articulador nato´, un profesional cuyas actividades se basan principalmente en poner en dialogo a diversas instituciones y actores para llevar a cabo proyectos que impactan positivamente en el desarrollo territorial local.
En relación con esto, Fernando Martín Juez en su libro Contribuciones para una antropología del diseño (2002, p19) plantea que «la gente desconoce el programa de estudios que cursa un profesional (es curioso, también muchos profesionales desconocen de lo que son capaces). Es muy común pensar que el diseñador titulado, el profesional, es el creativo preparado para la industria, el mercado y el gusto “profesionales”, en tanto que el autodidacto, el artesano o el aficionado diseñan para el usuario y el mercado marginales. Esta visión no sólo escinde la realidad; su creencia confunde al egresado universitario y lo inmoviliza en la espera de que ese gusto, mercado e industria “profesionales” demanden sus servicios».
En el caso de Sergio, una vez recibido golpeó las puertas del INTA, ofreciendo sus servicios como Diseñador Industrial, pero no tuvo éxito. Años más tarde el tiempo le dio revancha e incluso pudo concursar su cargo y formar parte de la planta permanente.
Desde su ingreso en el Centro de Investigación para la Agricultura FAMILIAR (CIPAF) dependiente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) participó en proyectos vinculados a la agricultura familiar y la tecnología co-creada junto a pequeños productores para resolver como dice el «los problemas que están a la vuelta de la esquina” y que parecían ser menos importantes que aquellos que plantean aquellos programas de diseño con tintes centralistas».
Las soluciones planteadas por este centro de investigación deben contextualizarse en una economía «primarizada, concentrada y extranjerizada» en la cual los sistemas producto-servicio cumplen un rol estratégico para disputar estas situaciones. A continuación esbozaremos cómo se lleva a cabo dicha tarea.
Investigación- acción
Cuando Sergio habla, no habla solo, subyacen en cada una de sus palabras las ideas de Beatriz Galán, Rosario Bernatene, Guillermo Canale, Raquel Ariza, Martín Olavarria y un extenso grupo de profesionales con una solidez conceptual mayúscula, que lograron a través del ejemplo transmitirle a jóvenes como Sergio Justianovich, Edurne Batista, Laura Chierchie ,entre otros, la idea de que la investigación-acción centrada en los sujetos como ´sujetos de desarrollo´ es una de las maneras de mejorar la vida de las personas. Para ello, toman una postura que lejos de ser paternalista y figurar al Otro como un sujeto pasivo al que los diseñadores le llevan ´la´ solución , lo hacen partícipe y lo integran como sujeto propositivo durante la resolución de problemas.
Este enfoque de desarrollo local, dice Sergio, «logró transformarse en una metodología de trabajo que es replicada a lo largo y ancho del país en los distintos Centros de Investigación dependientes del INTA y en las más de 140 cadenas de valor que abordamos actualmente».
Como comenta Sergio, «nuestro foco no está puesto en los objetos sino en el sistema producto-servicio» y agrega que la metodología que desarrollaron está basada en tres dimensiones:
Análisis del ciclo de vida:
Para comprender el impacto de ese producto en el contexto en el cual opera.
Análisis de la cadena de valor:
Permite posicionar a cada proyecto dentro de un entramado de poder específico y comprender a qué intereses responde.
Dimensión social:
Enfocada, como decíamos anteriormente, en pensar a los sujetos como “sujetos de desarrollo” y no desde una visión paternalista o jerárquica. Este rasgo característico del diseño social, busca pensar a los involucrados en el problema como parte activa de la solución y no como meros receptores de soluciones impuestas.
Sergio deja en claro en que si bien su trabajo actual involucra muchas tareas vinculadas a la gestión del diseño, nunca se abandona la resolución técnica del producto. Es decir, a partir de una hipótesis de trabajo, se diseña estratégicamente qué se va a diseñar y de qué manera se materializa.
La cultura de proyecto se contagia
El enfoque de co-creación y co-participación es posible cuando existe consenso entre los actores involucrados y decisión política. En relación con esto el entrevistado nos dice que, el «objeto convoca» a dichos actores, que traen consigo diversas ´expectativas de cambio´ (como diría Bernatene) con el surgimiento de ese producto de los cuales también son productores. El desafío entonces es alinear y generar sinergias entre esas expectativas particulares y colectivas.
Una vez que se comienza con una iniciativa y hay un ´objeto convocante´ «La proyectación, ordena las agendas de trabajo de las personas que interviene en partes muy puntuales de un proceso de I+D, sin embargo que no tiene el proyecto en la cabeza, tal vez el diferencial de nuestra disciplina justamente es diseñar esos escenarios de cambio tecnológico considerando las tres dimensiones antes mencionadas en la totalidad del proyecto»
Además, la construcción de este consenso no es fácil y se dan procesos de negociación constante en las que se gana y se pierde, por lo cual es importante estar preparado para esos vaivenes. En relación a eso el entrevistado nos dice que «estar en el territorio te obliga a transitar los grises y dejar los escenarios ideales de lado»
«Los proyectos (más allá de su concreción o no), instalan la ´cultura del proyecto´. Sobran los ejemplos de proyectos de ID que han quedado truncos pero que sirvieron para establecer una relación con esa estructura de actores que se movilizó para llevar a cabo esa iniciativa y que además generan en la comunidad capacidad de proyectar».
Y agrega: «no se pone en relevancia lo que no funciona, porque molesta y porque las instituciones tienden a tomar una actitud defensiva ante esa consulta, en lugar de abordarlo como un proceso de aprendizaje».
La cultura de proyecto se aprende
Sergio recupera una idea de Beatriz Galán que es clave: no centrarnos en los resultados y reflexionar acerca de los procesos que se llevan a cabo, aprender de ellos
En sus palabras «sistematizar los procesos permite aprender de ellos y a su vez que otros aprendan para no cometer los mismos errores que nosotros, así el INTA logra el aprendizaje institucional que le permite evolucionar»
Para ello, es necesario trabajar de manera ordenada y generar diversos indicadores, ya que «no se puede controlar aquello que no se mide». Así también, hay que tener una flexibilidad metodológica y un sentido crítico del territorio y «no hay que casarse con los marcos teóricos», sino que hay que generar categorías y modos de afrontar los problemas desde un anclaje local.
Por último, este trabajo no es llevado sólo por diseñadores industriales. Sin embargo, Sergio aclara que «más allá de la interdisciplina, lo importante es tener ganas de trabajar y tener una predisposición a escuchar al otro, para poder detectar lo dicho, pero también lo no dicho». Recordemos que en estas vinculaciones conviven los conocimientos codificados y tácitos y parte de la eficiencia en la comunicación estará determinada por el modo en que se de ese flujo comunicacional entre el diseñador y el resto de los sujetos involucrados.
Lo contrario del miedo es la expansión del diseño
Sergio recupera a Beatriz Galán cuando afirma que a veces «hay que perderse de la disciplina para reencontrarse con la misma», ampliando esta idea, explica que «yo no me pregunto en el día a día si lo que estoy haciendo es diseño o no es diseño, lo hacemos».
Es interesante resaltar que esta actitud de afrontar diversos problemas, y de «no decirle que no a nada» sea tal vez uno de los motivos que hacen que nuestra disciplina se ramifique y se expanda más allá de la resolución técnica de productos industriales. Existe una seguridad intuitivo experiencial que nos impulsa y nos convence a los diseñadores que seremos capaces de resolver cualquier desafío. Se repite la idea de László Moholy-Nagy que sostiene que « el diseño es una actitud».
Para concluir este relato compartimos una idea de Macedonio Fernández, que engloba de algún modo, el tono de este apartado:
«Las cosas tienen una constante: estorbar, y una momentánea: servir. Quizás al conocimiento o la memoria les ocurre lo mismo».
Tal vez, una forma de ejercer el diseño desde cierta emancipación epistemológica sea justamente, generar olvidos momentáneos, (aprender a ´desdiseñar´ diría Papanek) que nos permitan ´perdernos un poco´ como para transitar los laberintos que propone el diseño. para luego retomar la esencia de nuestro núcleo disciplinar y salir de allí como siempre lo hizo el diseño, por arriba.