Relatos sobre el diseño industrial en Latinoamérica: 09 – Caso Cicaré S.A.
RELATO 9: Indalecio Sabbioni, DISEÑO INDUSTRIAL: Caso Cicaré S.A.
Indalecio Sabbioni (44) nació en Saladillo, provincia de Buenos Aires. Se recibió de Diseñador Industrial en la Universidad de Buenos Aires, un 20 de diciembre de 2001. Paradójicamente, el mismo día que en nuestro país había saqueos, cacerolazos y una industria desmantelada, una nueva camada de diseñadores industriales salía a enfrentarse al mundo.
Al finalizar sus estudios y en ese contexto socioeconómico hostil, muchos de sus colegas decidieron emprender en proyectos propios, o probar suerte en el exterior. Sin embargo, al recibirse, Indalecio, se dio cuenta que además de los 200km que lo separaban de su ciudad natal, había otras distancias que lo alejaban del monstruo capitalino, y tomó la decisión de volver a Saladillo.
Los inicios no son fáciles, pero en una ciudad de 25.000 habitantes, el «boca en boca» (una vez más) se encargó de hacer lo suyo. En primer lugar, a través de personas conocidas que necesitaban servicios de diseño (logos, marcas, etc.), sumado a algunos trabajos de modelado 3D que realizaba en modalidad freelance para el exterior, comenzó a girarla rueda que 20 años después sigue en carrera.
En 1991, cuando todavía era estudiante en la escuela técnica, comenzó a trabajar como dibujante en la empresa Cicaré S.A, una empresa especializada en el desarrollo y producción de helicópteros livianos, que lleva más de 60 años en la industria y que se ha convertido en líder de este sector a nivel mundial.
«En esa época me dedicaba a hacer los planos técnicos de las piezas, y no era fácil seguirle el ritmo a Pirincho, porque todo el tiempo, él pensaba nuevas soluciones para los productos, y para cuando yo terminaba de hacer los dibujos, éstos ya eran viejos, porque él en su cabeza, ya había rediseñado y optimizado esa misma pieza y generado una solución superadora».
Se refiere a Augusto “Pirincho” Cicaré[1], fundador y espíritu inventivo de la empresa, alguien sobre el que, inevitablemente, volveremos a lo largo de este relato.
Sin ir más lejos, la estructura de la empresa, tal como afirma Indalecio, «Está puesta al servicio de acompañar ‘las locuras’ que se le ocurren a Pirincho, que si bien son genialidades en términos de inventiva, luego el sector de ingeniería y producción debe trabajar para poder traducirlo a información técnica normalizada que permita fabricar productos certificados que puedan ser comercializados en el mercado global».
Mundo Pyme
Es sabido que cada organización, independientemente de su escala y sector productivo en el que participa, tiene una cultura-filosofía propia. Posee una historia, un presente, y en el mejor de los casos, un futuro estratégicamente planificado. Esta cultura puede estar formalmente explicitada o ser implícita. Es justamente esa cultura, donde convergen las distintas representaciones, modos de hacer y de pensar, en la cual se establecen rituales, mitos y creencias sobre lo que está bien y lo que está mal dentro de la empresa, y se establecen las dinámicas internas que ocurren cotidianamente y que configuran el marco de referencia y las reglas que subyacen a la identidad de la empresa, y qué cosas son factibles de llevarse a cabo allí y cuáles no.
En su libro En torno al Producto. Diseño estratégico e innovación Pyme en la Ciudad de Buenos Aires (CMD, 2005) Analía Cervini y Paulina Becerra describen con precisión las particularidades que tiene innovar desde el ámbito de la pequeña y mediana empresa, y dejan entrever el potencial que éstos agentes de innovación tienen «para detectar y explotar oportunidades».
Las autoras, sostienen que las Pymes que logran ser innovadoras tienen la capacidad de combinar:
TRADICIÓN: en el dominio de los oficios, técnicas y herramientas que sentaron las bases de la empresa original y han podido ser transmitidos y mantenidos a través del tempo dentro de la empresa.
TRANSFORMACIÓN: Con la modificación de procesos y de prácticas que aportan las nuevas generaciones a través de la incorporación de conocimientos técnicos y nuevas tecnologías.
INTEGRACIÓN: A través de la combinación de las características anteriores sumadas a un profundo conocimiento del mercado local.
Más adelante, afirman que la comunicación y las relaciones cara a cara, características de las PYMES, generan un marco adecuado, para favorecer este tipo de combinación. (p 45)
En el caso de Cicaré S.A, resulta llamativo el fuerte grado de dependencia que esta empresa tiene respecto a su fundador en términos de desarrollo de nuevas ideas y de obsesión por la mejora continua.
A modo anecdótico, Indalecio comenta que «Pirincho es el primero en llegar a la empresa y el último en irse», además, «Desarrolla mentalmente sus ideas, y las prototipa él mismo en el torno sin hacer si quiera un dibujo o un plano». Desde niño, Pirincho opera con gran destreza esta máquina-herramienta, en la cual fabrica los prototipos que luego serán ajustados por el área de ingeniería y desarrollo.
Justamente, Indalecio afirma que «una de las funciones del área de ingeniería y desarrollo, de algún modo es, ‘congelar’ lo que tiene Pirincho en la cabeza, para poder producirlo, sino él en su cabeza lo sigue mejorando y es un proceso que no acaba nunca».
Más allá de lo pintoresco de la historia, esto sirve para ejemplificar un desafío que tienen muchas de las PYMES argentinas, que consta en lograr captar y sistematizar información técnica y know-how vinculados a ciertos oficios específicos, técnicas y habilidades que están concentrados en actores estratégicos y no logran transferirse a la organización, generando cierta dependencia por parte de las empresas.
Actualmente el área de Ingeniería cumple este rol de traductor entre los saberes informales y el lenguaje técnico que permite socializar ideas y sistematizar información, para que forme parte del patrimonio aprendido por la empresa y converja en la mejora continua.
La experiencia desde adentro
Indalecio cuenta que: “En el caso de Cicaré S.A, mi vínculo fue cambiando. Al comienzo, cuando entré a trabajar allí, la empresa tenía una cultura más “fierrera” y del “prueba y error”, sumado al desconocimiento que había del diseño como disciplina, se esperaba que uno como diseñador generara resultados concretos, tangibles,[N1] y llevó un tiempo explicar que el diseño está presente en todo el proceso y no sólo en la materialización final de los objetos”
«Hubo épocas en las que trabajé permanentemente dentro de la empresa, incluso, en proyectos como el Cicaré 14, destinado al Ejército Argentino, en el cual tuve gran participación, pasábamos hasta 16 horas diarias adentro de la empresa, porque había una motivación muy fuerte con el proyecto. En otros momentos de menor intensidad, el vínculo era más flexible y prestaba servicios de manera externa, hacía intervenciones específicas (ploteos de las unidades, resoluciones de diseño específicas, interacción con el área de producción, etc.), y por otro lado hacía otros trabajos por fuera de la empresa».
El entrevistado hace hincapié en el siguiente aspecto: «Lo que ocurre cuando no están dadas las condiciones para que el diseñador trabaje de manera formal y permanente dentro de la empresa, es que éste pierde oportunidades de intervención en la cadena de decisiones que se toman dentro de la organización. Desde aquellas decisiones estratégicas vinculadas al desarrollo de un nuevo producto, una pieza, procesos productivos, hasta cuestiones relacionadas al marketing y la comunicación con los usuarios, proveedores y otros agentes que interactúan con la empresa».
Y agrega:
«Uno debe amoldarse a los vaivenes de la empresa y del contexto. En Cicaré S.A es algo así como ‘elige tu propia aventura’, en el sentido de que muchas veces uno debe inventarse su propio trabajo, para que el diseño logre filtrarse en esa cadena de decisiones anteriormente mencionada. Si uno no se mete, las cosas se hacen y el diseño no interviene». Sin embargo, Indalecio aclara que actualmente, la participación en la toma de decisiones es mucho mayor.
La idea que buscamos transmitir (una vez más), es que el diseño debe conquistar ciertos espacios profesionales a fuerza de trabajo. Sin dudas, al diseño hay que ponerle el cuerpo, y los diseñadores debemos tomar una actitud propositiva en los procesos de desarrollo de productos, porque de no ser así, puede que nuestra intervención no sea solicitada nunca. Es a través del hacer, que se manifiesta el diseño y que se podrá demostrar el potencial que tiene como disciplina estratégica capaz de intervenir en todo el proceso de diseño y evolución de la empresa.
Un Design-Thinkeramateur
Sin dudas, el caso de “Pirincho” Cicaré es único en el mundo, y desde la perspectiva del diseño industrial surgen algunos interrogantes que pueden colaborar a pensar la constante redefinición que experimentan los discursos en torno al diseño:
¿Cómo diseñan las personas que no estudiaron diseño? ¿Qué prácticas y herramientas podemos aprehender los diseñadores de esas experiencias? ¿Qué operación mental subyace al que hacer de estos diseñadores no-profesionales?
El filósofo Luis Montero, en su libro El Diseño de nosotros mismos (Experimenta Editorial, 2020) plantea la siguiente reflexión que puede colaborar a esbozar una respuesta:
«El diseño se caracteriza por la imposibilidad del método. Y, sin método, la disciplina carece de límites. En dos sentidos. Sin método, no hay forma de decidir qué pertenece y qué no pertenece al diseño y, por tanto, no puede aplicarse. Y, dado que no puede aplicarse, sin método no se puede limitar las capacidades de eso que no se sabe si pertenece a la disciplina o no» (página 85-86)
Indalecio comenta, que “una de las cosas que aprendí de Cicaré es justamente el hecho de prototipar ideas de manera rápida y temprana, para luego buscar un feedback inmediato e iterar permanentemente junto a otros actores”
«Los diseñadores estábamos acostumbrados a diseñar en detalle una idea antes de probarla, y así se pierde mucho tiempo. Además, la realidad muestra que los procesos de desarrollo de productos no son lineales e incluso suelen ser caóticos…Cuando leo e investigo acerca de las nuevas metodologías y enfoques en torno al diseño, veo que justamente lo que proponen los supuestos referentes del diseño mundial, es lo que hacía Pirincho hace más de 60 años»
En este sentido, tenemos más preguntas que respuestas, pero es interesante al menos pensar, en cuáles serán los aspectos que hacen que alguien sin formación (formal) específica tome la decisión de diseñar un helicóptero. Dicho sin metáforas, ¿Qué hay detrás de esa decisión que lo llevó a Pirincho hace más de 60 años, a querer volar, y tener la confianza para hacerlo?
Se nos ocurre al menos una respuesta: la utopía.
Enzo Mari en su libro Proyecto y pasión[2] comenta que «el diseñador (sea cual sea el tipo de intervención) debe desarrollar su trabajo teniendo presentes los dos mundos: el utópico y el real y la calidad de su proyecto justamente deberá reconocerse por cómo se negocia entre esos dos mundos».
Entendemos entonces que el diseño puede manifestarse de diversas maneras, y su componente principal es la intencionalidad con la que se llevan a cabo diversas acciones para lograr un resultado determinado y causar un efecto deseado, definido de antemano. No importa, como citaba Montero, qué pertenece al diseño y qué no, sino que todo aquello que permita sortear los obstáculos y condiciones que ofrece el mundo real para proponer un objeto superador, será válido como práctica proyectual independientemente de quién lo lleve a cabo.
Con esto no queremos decir que la formación de los diseñadores es innecesaria, y además sería errado pretender que los egresados de la carrera de diseño salgan sabiendo todo aquello que se necesita para diseñar en el mundo real, porque parte de ese conocimiento, está dado por la experiencia personal de cada uno, y en todo caso los diseñadores adquieren un modo de pensar que les será útil para afrontar problemáticas futuras. Sin embargo, creemos que invita a poner en tensión los discursos hegemónicos que se reprodujeron (y se reproducen) actualmente en las carreras de diseño y que crean representaciones y transmiten prácticas que moldean la subjetividad de los diseñadores que buscan accionar de esa manera, tomando como parámetro comparativo lo aprendido en su etapa de aprendizaje.
¿Será que es necesario desaprender el diseño para generar un discurso propio? ¿Pueden convertirse en obstáculos esos discursos de diseño que no se condicen con las situaciones reales que se dan cuando se ejerce la profesión? ¿El diseñador busca legitimar sus diseños en la comunidad profesional de la cual forma parte?
Como comentario final de este apartado, podemos decir que, a medida que el diseñador comienza a trabajar y sumar experiencias profesionales, va construyendo en simultáneo las herramientas discursivas que le servirán para desarrollar su quehacer profesional y poco a poco, despojarse los discursos heredados que pueden volverse apabullantes y desmotivar la iniciativa personal de estos profesionales.
Los vínculos con los clientes se construyen
Tal como afirma Kees Dorst: «Los clientes no contactan a los diseñadores expertos por las capacidades que poseen (suelen ser algo generalizado) sino por su forma de tratar las situaciones problemáticas». (p 76)
En relación con esto, Indalecio reflexiona:
«Cuando uno comienza a trabajar con un cliente, por más insignificante que parezca el trabajo que nos encarga, sirve para establecer una relación a largo plazo, que hará que el día que tenga que resolver cosas más importantes, te vuelva a llamar».
Y agrega: «Uno establece un vínculo, y logra un grado de confianza mayor con el cliente, el cual incluso, nos comparte información muy íntima e importante acerca de cuál es la estrategia a futuro para la empresa, eso es valiosísimo y uno a veces no se da cuenta».
De este modo, los diseñadores logran establecer una especie de dependencia positiva, ya que aquella persona que solicita sus servicios comienza a ver al diseñador como parte de su equipo en el marco de una estrategia más amplia, y con el cual puede intercambiar ideas acerca de cómo accionar a futuro. Volvemos sobre lo mismo, el diseñador muchas veces “elige su propia aventura”.
En relación con esto, el entrevistado comparte una idea que es muy productiva para pensar nuestro quehacer profesional:
«Muchas veces ocurre que los diseñadores buscan imponer una idea y enseñarle al cliente, o incluso al revés, son los clientes los que intentan decirle al diseñador cómo trabajar, pero para que un proceso creativo funcione, ambas partes tienen que estar dispuestas a aprender del otro».
Por último, se repite un aspecto que es recurrente en los relatos, y es la cuestión de que la cultura del proyecto o el enfoque que propone el diseño para resolver problemas se contagia y es aprehendido por todos los actores que participan en un proceso de co-creación.
El entrevistado lo ejemplifica de la siguiente manera: «Cuando se logra trabajar de manera conjunta con un cliente, éste toma conciencia de los procedimientos y las etapas que lleva a cabo el diseñador para elaborar una propuesta y lo incorpora, e incluso busca pensar de esa manera».
«Me ha pasado de clientes que me convocan, porque dicen necesito ponerle diseño a la empresa, porque sé que es importante».
Faceta emprendedora
Durante el relato, surgen algunas reflexiones que dejan en claro la importancia que tienen los rasgos de personalidad y los factores emocionales a la hora de emprender. Sumado a eso, cuando uno emprende es una especie de “empresario de uno mismo” y la autopromoción es fundamental para poder mostrar lo que uno ofrece.
En el caso de Indalecio, su faceta emprendedora las lleva a cabo en su estudio Sentidos Design, donde ofrece sus servicios de diseño al mundo. Allí además de mostrar su experiencia adquirida en Cicaré S.A, brinda soluciones de diseño de producto y gráfica aplicada a vehículos, como así también el diseño de innovadoras bicicletas que veremos más adelante.
Indalecio cuenta que siempre se enfocó en el diseño y desarrollo de los productos, y que le costaba hacerse cargo de la fabricación y comercialización de estos, e incluso le costaba “venderse” el mismo como diseñador.
Tal es el caso de su proyecto de bicicleta doble, la Duetta, promocionada bajo la marca Roden, con la cual propone soluciones innovadoras en bicicletas “para compartir”. En el sitio web de este proyecto podemos leer la siguiente premisa:
«La bicicleta es la verdadera solución de transporte. Mejora la equidad, la integración y la salud al tiempo que reduce el tráfico y la contaminación de la ciudad. Estamos creando nuevos diseños de vehículos para resolver problemas comunes, buscando soluciones simples, eficientes y accesibles».
Actualmente el proyecto está en un grado de avance en el cual sólo hacen falta los inversores que decidan producirlo. Adicionalmente, este proyecto es compartido en modalidad open source, dando lugar al trabajo colaborativo y la mejora del producto por cualquier persona que desee intervenirlo.
[1] En 1958 voló su primer helicóptero, el CH-1, convirtiéndose en el primero en hacerlo en Latinoamérica. Fue el precursor mundial de los helicópteros ultralivianos, fabricando en 1980 el CICARE CH-4, uno de los primeros ultralivianos del mundo, y luego los modelos CH-6 y CH-7, reconocidos por su innovador sistema de comandos.
En el año 1996 inventó el Simulador/Entrenador de Vuelo de Helicópteros Cicaré SVH-3, el cual fue galardonado con medalla de oro como mejor invento del mundo en la categoría aeronáutica en el salón de Ginebra en 1999.
[2]«Utopía es el lugar feliz que no existe (los imposibles avances que pueden producirse lo desplazarán siempre hacia adelante). Nunca podrá realizarse como tal. Por tanto, en primer lugar, el proyecto permeado de utopía no puede generar realizaciones concretas o, en todo caso, que incidan cuantitativamente en los comportamientos de masa (la “cantidad”, tanto desde la perspectiva del socialismo como del capital, es la “calidad”): y en segundo, la tensión hacia la utopía corresponde a la dignidad social y, como tal, solo puede interpretarse como guía ética para afrontar las contradicciones de lo real.
Dadas estas premisas, el diseñador (sea cual sea el tipo de intervención) debe desarrollar su trabajo teniendo presentes los dos mundos: el utópico y el real. El real solo puede vivirse declarando las razones de la utopía, y, a la luz de esta, negociando cada vez más con la contraparte lo que, por mínimo que sea, es posible negar entre las superfetaciones mercancía del producto que hay que realizar y los comportamientos que lo favorecen como tal. Estos comportamientos, en parte inducidos, y en parte biológicamente arquetípicos, son los que determinan la necesidad de oropeles de la mercancía. En consecuencia, la verdadera calidad de un proyecto debería reconocerse hoy en día en la oposición eficaz a dichos comportamientos». (Enzo Mari, en Proyecto y Pasión, p20)
Información
Sentidos Design
www.sentidosdesign.com
Roden
www.roden.com.ar
Me ayuda a descubrir el vínculo entre el pensar y el hacer desde mundo del diseño industrial e integrar ambos elementos sin prejuicios. Fantástico!! Muchas gracias. Excelente trabajo!