Globotomía: datos pendencieros para reconstruir el concepto de Ecodiseño
Asistimos al lanzamiento de la segunda edición del libro Globotomía en la ciudad de Buenos Aires. Escrito por el biólogo uruguayo Aramis Latchinian, el primer título de la editorial Ediciones Puntocero. Ya habíamos reseñado el texto, en su primera edición, cuando fue lanzado en 2009 y de donde se desprendía una tesis muy provocadora: «no existe comprobación científica que demuestre que el agujero en la capa de ozono, el calentamiento global o la extinción de las especies son el resultado de la actividad del ser humano sobre el medio ambiente».
Globotomía es un documento que aborda fundamentalmente, con una mirada crítica, los discursos ambientalistas, el marketing ‘verde’ y las pseudo verdades ecológicas. Aramis recorre el descomunal andamiaje que soporta las ‘verdades’ sobre el ambiente y que son la base fundamental del concepto de sustentabilidad. Los datos que expone el autor pueden modificar algunas posiciones ingenuas, conservadoras y simplistas de diseñadores que dicen practicar el ecodiseño.
El ecodiseño está referido a las prácticas, metodologías y procesos del diseño que tienen como principal foco las variables ‘verdes’ o “La incorporación del ámbito de la sostenibilidad en el proceso de diseño” (Camilo Potocnjak. Universidad de Chile). De esta manera, el desarrollo del ecodiseño se monta sobre dos grandes terrenos difusos. Por un lado el diseño con su complejidad estructural e instrumental, que se apoya en el desarrollo de nuevas tecnologías y materiales para dar respuestas claras a las situaciones entre personas y productos. Del otro lado, asume los discursos que se forman entorno al ambiente, para implementar un proceso que desemboca en una propuesta de diseño. Si la definición de unos de los ámbitos de la sustentabilidad y el fondo conceptual de las variables ‘verdes’ son al menos cuestionables, el espacio del ecodiseño pasa de ser un terreno difuso para convertirse en un camino sin sentido.
Aramis relata algunos ejemplos claros de como se han construido verdades ‘competentes’, que ya dejaron de ser cuestionadas. Probablemente, el calentamiento global ha sido la etiqueta ambiental que más ha tenido espacio mediático en los últimos años. De allí se desprenden acciones importantes de grupos ambientalistas, así como grandes inversiones para llegar a acuerdos internacionales sobre la materia. Todas estas acciones e inversiones están soportadas por grandes contradicciones. Una de las más importantes es sobre el origen del calentamiento global. El discurso que mueve el mundo entero es que ese fenómeno es de origen antrópico (causado por el hombre) y por lo tanto es un problema global. Latchinian sostiene que el fenómeno del calentamiento es totalmente de origen natural y por lo tanto todo el esfuerzo que se realiza en la reducción de emisiones obedece a intereses económicos y no ambientales.
Varios ejemplos hemos podido oír con detenimiento sobre su investigación. El primero se refiere a que la suma de las emisiones de Latinoamérica representan el 5% de las emisiones globales, mientras que USA y Europa llegan al 60%. Si el fenómeno del calentamiento es de origen natural en 90%, ese 5% de Latinoamérica toda es casi despreciable. Y definitivamente no es un problema global.
Igualmente, le hemos podido oír sobre la preservación de las especies con el gran símbolo de esa lucha: la extinción del Oso Panda. Millones de dólares invertidos en los escenarios mediáticos, pero especialmente en el desarrollo de nuevas drogas para que un animal, de los cuales solamente quedan cerca de 1000 en todo el mundo, puede aparearse. El desarrollo de un ‘Viagra’ espacial, para una especie que naturalmente e invariablemente va a desaparecer, mientras otras miles de especies nuevas están a la espera de ser catalogadas, estudiadas y preservadas.
Con los temas de desechos y residuos sólidos, la basura en general, Aramis es muy categórico en plantear que ha podido ver en países como los nuestros un desmedido afán por la “clasificación en bolsitas de colores” de estos residuos, cuando en la cadena de tratamiento y reciclaje, toda la basura todo va a un mismo lugar. Y mucho más grave, en esos lugares se dispone la basura a cielo abierto y muy cercano a los asentamientos humanos, generando enfermedades y miseria.
Por último, y después de muchas argumentaciones, es clave la conclusión sobre la globalidad de los fenómenos. Expone que la mayoría de los episodios tienen un origen en la mala gestión del ambiente y en las prácticas locales.
Es por todo esto que creemos que el texto de Globotomía puede reorientar el concepto del ecodiseño y dar una plataforma real de su incidencia en la sociedad. Hacer objetos con la basura, aunque tengan un mediano nivel de concientización, solamente se trata de cambiar los desechos de lugar y no se va al fondo del asunto. El aporte de los diseñadores es mucho más contundente en la medida que se puedan ofrecer soluciones que minimicen el impacto ambiental de las empresas e industrias que generan residuos sólidos en gran escala.
Cuando vemos algunos objetos elaborados con desechos, especialmente en los mercados de diseño, muchos de ellos con mucho ingenio, no creemos que eso sea ecodiseño. Probablemente son soluciones en el campo de la comunicación y el diseño social, en la medida que se puedan hacer prácticas de autoproducción o mínimos mensajes de concientización.
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