Estacionar bicicletas: el infierno en las aceras
Definitivamente el uso de la bicicleta como medio de transporte individual en la ciudad es una solución sin desperdicios. En los últimos años, los discursos de movilidad y sustentabilidad han creado la plataforma ideal para que finalmente pueda este artefacto ingresar en la competencia del transporte urbano, de forma limpia y solvente.
Esta idea, que muy poco tiene que ver con el uso de la bicicleta como medio de entretenimiento, no es para nada nueva. En muchas ciudades del mundo la bicicleta cumple este rol. Desde los centros urbanos más conocidos como Amsterdam, famosa por las imágenes de miles de bicicletas en las calles, hasta aquellas ciudades donde parece casi imposible que la bicicleta pueda entrar en la competencia, en todos los casos lo que ocurre es una modificación en el comportamiento integral de la ciudad.
Son muchos los temas que conectan las bicicletas con el diseño y en especial con el diseño de productos. Desde el desarrollo de nuevos conceptos y aplicaciones de la tecnología en las bicicletas, hasta sofisticados dispositivos digitales de rastreo de unidades, en sistemas de bicicletas compartidas. Sin embargo, hay un asunto muy particular que se refiere a los estacionamientos de/para bicicletas. En el gran concepto de movilidad, la incorporación e impulso del uso de de la bicicleta en la ciudad, acompañando el transporte urbano (trenes, autobuses, metro, etc), vehículos (particulares y de servicios) y motocicletas, es un tema que merece mucha atención y especial cuidado.
En las discusiones surgidas a propósito del concurso realizado en Venezuela recientemente Caracas a Pedal: concurso de ideas para promover el uso de la bicicleta en CCS, surgieron algunos asuntos que abren espacios para la reflexión y la discusión. ¿Con quién compite la bicicleta cuando ingresa en un plan de movilidad urbana?. ¿A quién le quita espacios?. ¿Dónde estacionamos tantas bicicletas?. Respuestas a estas interrogantes, al menos parcialmente, se expresan en algunas de las propuestas presentadas en el concurso: canales dedicados (ciclovías), transporte intermodal (utilización de varios medios durante los traslados), vías compartidas en horarios especiales, estacionamientos de bicicletas en nodos de transporte.
Insertar la bicicleta como medio de transporte es una tarea complicada. La “cultura de la bicicleta” integrada en la vida urbana supone la oferta de una infraestructura dedicada, pero también una disposición de los ciclistas. Los espacios en la ciudad ganados para el uso peatonal no pueden negociarse. La bicicleta es un vehículo que, en esa estrecha y sensible ‘franja’ de baja velocidad, tiene que asumir su responsabilidad como actor urbano de transporte.
La circulación de bicicletas en espacios peatonales ofrece a los ciclistas algunas garantías de seguridad, pero la mayoría de los dispositivos y espacios para estacionamientos son colocados en este territorio ‘suave’ de la ciudad. Allí, todos esos aparatos y mecanismos conforman el paisaje de las rutas peatonales, junto a otros objetos de servicios: teléfonos públicos, hidrantes, alcantarillas, postes de señalización, buzones de correo (en algunas ciudades), etc. Las aceras son corredores con márgenes de mucho tráfico. La calle por un lado, con mayor velocidad, tiene sus encuentros en las paradas de autobús o en zonas destinadas para carga. Del otro lado, el contacto con la piel de la ciudad habitada genera un movimiento continuo (puertas, acceso de vehículos, actividad comercial, etc.) y necesita un espacio flexible de operación sobre la acera.
Sobre estacionamientos de bicicletas en aceras es mucho lo que se ha hecho y todavía mucho por hacer. Aquí hay algunos ejemplos de situaciones y soluciones sobre el tema. La primera idea es construir un aparato que permita mantener la bicicleta ‘en pié’, que pueda ser asegurada y que permita optimizar el espacio, de manera que se puedan colocar la mayor cantidad posible.
En 2010, el diseñador suizo Rafael Schmidt, fundador de la firma de diseño RAFAA Architecture & Design en Zurich, propuso para la International Climate Conference in Copenhagen el concepto New Bike Share System, un sistema de bicicleta compartida. Aquí, un planteamiento integral de la implantación de un sistema para el uso de las bicicletas en esa ciudad.
Una de las cosas más interesantes que plantea este proyecto es la creación de estacionamientos con formas que escasamente sobresalen de la superficie. Sabemos que se trata de un concepto y probablemente la solución sea bastante complicada y haya sido concebida dentro de un proyecto integral de transporte compartido, pero la imagen de no surgir de la superficie con nuevos artefactos es fantástica. La producción e instalación de artefactos que crecen sobre la superficie de las aceras aumenta los niveles de contaminación visual en la ciudad.
Situaciones curiosas ocurren en la utilización de las aceras como parqueaderos de bicicletas, mientras no existan soluciones adecuadas y específicas en cada caso. En la transición hacia una cultura de la bicicleta sólida podremos ver como la gente ocupa los espacios, haciendo uso de aparatos con esos propósitos o en otros, que simplemente ofrecen las condiciones mínimas de resguardo.
Así se pueden ver medios de transporte compitiendo unos contra otros. Lugares inusuales para estacionar bicicletas que revelan las necesidades reales de cada ciudad en términos de seguridad y tipologías. En algunos centros urbanos se utilizan los tradicionales parquímetros. Los ciclistas hacen uso indiscriminado de esta posibilidad, un dispositivo de control con otros propósitos.
Durante algunos años y en varias ciudades en el mundo hemos recogido imágenes de estos dispositivos para estacionar bicicletas. Aparatos que forman parte del mobiliario urbano. Miles de formas se pueden encontrar en las propuestas que miran este tipo de artefacto para realizar propuestas. También, diferentes aproximaciones para el diseño, producción e instalación de sistemas de parqueo de bicicletas en planes integrales de movilidad promovidos desde el Estado o por instituciones privadas en concursos y eventos.
Recientemente salió publicado en el portal Flavorpill un artículo donde aparecen algunos modelos de “Racks” para colocar bicicletas: 25 Awesome and Unusual Bike Racks (25 impresionante e inusuales porta bicicletas). El registro de nuevas propuestas aumenta y cada día vemos publicado en diferentes medios, algunos informales y en otros con mayor rigor académico, las diferentes soluciones que surgen a partir de esta temática convertida en necesidad.
Hace algunos años, el músico y diseñador David Byrne realizó en la ciudad de New York una propuesta sobre el tema. Se trató de algunas piezas ‘figurativas’, gráficas. Lo interesante de esta propuesta ha sido, a parte de tener un sentido lúdico dentro de la visualidad de la ciudad, dar un importante impulso en la creación de la cultura de la bicicleta, propuesto desde una figura pública y con la participación activa de las autoridades. David Byrne es casi un activista de las bicicletas en la ciudad, conocido por su afición a su uso.
Las propuestas del músico estuvieron enmarcadas dentro de un concurso público llamado DOT (New York City Department of Transportation). Los concursos públicos que miran el diseño de mobiliario urbano y que incluyen el uso de la bicicleta como medio de transporte, han servido para indagar soluciones en sistemas de movilidad. En este concurso llamado CityRacks Design Competition, realizado en varias etapas y con más de 200 entradas de todas partes del mundo, los ganadores fueron los daneses Ian Mahaffy and Maarten De Greeve (Bettlelab) de la ciudad de Copenhague, con la propuesta llamada Hoop: un estilizado ‘aro’ fabricado en acero fundido.
Esta elegante pieza metálica propone la posibilidad de la exploración de formas no-figurativas, así como la vinculación de los gobiernos regionales en el diseño e implantación de infraestructura para la ciudad, bajo el formato de concursos públicos. El segundo lugar del concurso correspondió a Andrew Lang y Harry Dobbs y el tercer lugar fue para el diseñador argentino Ignacio Ciocchini. El proyecto de este latinoamericano proponía una familia de dispositivos con una mejor solución en el anclaje de las piezas, fundamental en el diseño de mobiliario urbano.
Esta otra imagen pone al descubierto la necesidad de un dispositivo urbano que permita dejar la bicicleta en pie. Asi como los parquímetros, en las aceras aparecen postes para otros servicios: básicamente iluminación y señalización.
Pensando en esta inevitable situación la gente de Smart Streets en Londres, desarrolló el producto Cyclepark™. Un sistema que permite hacer uso de postes tradicionales de señalización, transformándolos en estacionamientos seguros, al menos para dos bicicletas.
El Cyclepark™ System propone una solución híbrida que aprovecha la infraestructura existente. Este sencillo producto está compuesto de dos piezas idénticas fabricadas en acero inoxidable, que crean un ‘grapa’ alrededor del poste, permitiendo graduar la altura de la pieza. No estamos seguros si un producto como este podría dar cuenta de un aumento inesperado de bicicletas en la calle, pero ciertamente es una idea innovadora que institucionaliza una práctica recurrente y sin los costos asociados a las intervenciones agresivas en las aceras.
Finalmente colocamos este interesante material en Video producido por la gente de “La Prueba de la Bicicleta” (The Bicycle Try), un grupo que propone una experiencia documental relacionada con la seguridad en ciudades como Buenos Aires que, igual que en la mayoría de los países latinoamericanos, no se pueden dejar las bicicletas estacionadas en las aceras.