Entrevista: el Arq. Juan Pablo Quintero desde MedioDesign en BCN
Hace algunos años el arquitecto venezolano y buen amigo Juan Pablo Quintero salió de Venezuela para hacer vida en Barcelona, España. De todas las cosas que hemos podido conversar en todo este tiempo aparecen muchas palabras que hablan de su trabajo y especialmente de su calidad humana. En su taller de diseño y fabricación MedioDesign en Barcelona, que dirige junto a la arquitecta María Teresa León, se respira una mezcla de disciplina y rigor, en medio de un ambiente dedicado a la experimentación y a la indagación de materiales y recursos.
MedioDesign es un aliado estratégico para DIconexiones. En esta entrevista quisimos saber quién está detrás de este estudio-taller, donde la concepción y fabricación de objetos son parte del mismo proceso.
Sabemos que desde muy joven has estado conectado con la idea de construir, ¿qué tipo de trabajos hacías y cómo era el trato con esos clientes iniciales?.
En efecto, mis primeros contactos con la construcción fueron de muy joven. En nuestra casa de Puerto la Cruz en Venezuela, mi padre, que también es arquitecto, tenía un taller a la usanza americana del “garaje” en el que se hace de todo, en el que había una serie de máquinas de bricolaje, que desde muy temprano usé con naturalidad. El Taller era una estancia más de la casa, y servía como área social, mesa de ping pong, sitio de encuentro con los amigos, etc. Allí, como un proceso natural y nada premeditado, empecé a concebir cosas y a entender cómo poder fabricarlas, en este caso con mis propias manos. Es indudable que esta etapa ha sido fundamental en mi desarrollo posterior. Las primeras intuiciones sobre el comportamiento de los materiales y el uso de las herramientas vienen de ahí, y de un modo nada formal y hasta diría que “asilvestrado” que acaso las hizo más indelebles.
De ese taller salieron los primeros encargos “profesionales”, muchos de ellos aún en la adolescencia. Recuerdo que mis primeros clientes fueron mis tías que, supongo que con la miopía que a veces da el cariño, accedieron a que les diseñara y fabricara algunos muebles para sus casas. Con 12 o 13 años le fabriqué la cocina completa a una de ellas. Fue bastante temerario, por mi parte y por la suya. El trabajo superaba con creces mis capacidades y las posibilidades técnicas del taller. Pero lo acepté y lo recuerdo como una buena experiencia, porque fue la primera vez que, tuve que diseñar un sistema para paliar esas deficiencias. La cocina consistía en unos marcos de estructura metálica soldada forrada de paneles de aglomerado laminado con fórmica. Los marcos se fijaban a la pared directamente y luego se aplicaba in situ el cerramiento. La encimera me la regaló mi tío Tony que tenía una fábrica de cocinas en Maracay. El sistema evitaba fabricar muebles como cajas.
Funcionó bien, y la cocina aún está en pie! Cobré Bs. 10.000 de entonces, que en la época del Bs. 4,30 por dólar era mucho dinero. Cuando se lo comenté a mi papá me dijo: “en realidad ganaste algo menos pues tienes que contar: alquiler de taller, electricidad, asesoría de arquitecto, etc.”. Esa respuesta fue otra gran lección, el primer encontronazo con lo que cuestan las cosas “en realidad”. Luego el taller se convirtió hasta mis años de universidad en el sitio donde “trabajaba”. Ahí hice todo tipo de encargos, muebles, inventos, maquetas, prototipos de ideas, etc.
¿Por qué comenzar a estudiar Ingeniería y cuáles fueron las razones para cambiar para Arquitectura?.
Terminé el bachillerato muy joven, creo que absurdamente joven, sin haber cumplido los 16 años, una locura. Enfrentar a esa edad la decisión sobre qué estudiar en la Universidad, cuando no tienes ni idea de quién eres, es del todo absurda. Después, con la experiencia europea, donde los tiempos de formación suelen ser bastante más dilatados que los nuestros, he echado de menos haber tenido más tiempo, y más vida!, para escoger. Pero había que entrar sí o sí en la universidad. En esa época (creo que el vicio perdura) todo lo que no fuese un camino expedito en los estudios introducía el fantasma del fracaso. Lo de estudiar ingeniería fue bastante inducido, sobre todo por mi padre. Argumentaba que la ingeniería ofrecía más salidas que la arquitectura, cosa que creo que no es cierta. La ingeniería tiene más especializaciones formales, pero puede que la arquitectura te dé una formación mucho más universal y de espectro de aplicabilidad mucho mayor.
La experiencia en la escuela de ingeniería fue dura. La alargué durante dos años por miedo al estigma del fracaso que antes comentaba. Básicamente me decepcionó mucho comprobar que se trataba más de adquirir un conocimiento instrumental previo y probado, y lo poco que implicaba el uso del “ingenio”, al menos en los primeros años. Había que memorizar mucho y crear poco.
El paso a la arquitectura fue importante, porque fue mi primera gran decisión personal. El abandono de ingeniería fue por KO, no producto de un proceso o reflexión: un día, un instante de hecho, cuando me encontraba en medio de las largas jornadas de estudio de cálculo, cerré el libro. Eso fue todo, no fui más. Por supuesto hubo crisis familiar y todo tipo de reproches. Aún no tenía tomada la decisión de entrar a la facultad de arquitectura, era algo que me seducía pero necesitaba un poco del tiempo del que no había dispuesto antes. Estuve un año en el Instituto de Diseño de Caracas que fue una experiencia de transición buena. Me sirvió para corroborar que tenía una vocación para crear cosas e involucrarse en el proceso de su fabricación. Después, influenciado por mi hermano que estaba en arquitectura, y por el trabajo de mi padre, entré a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, la FAU.
Es muy sencillo hablar de referencias en el diseño, pero en los años de estudio en la Universidad Central de Venezuela ¿cuáles eran las referencias en Venezuela y que aspectos del diseño y la arquitectura en el mundo te interesaban?.
Es una pregunta complicada. El tema de las referencias es amplio y variado, unas veces vienen desde lo académico, muchas otras desde lo vital o personal. Estudié arquitectura desde 1987 al 1992. El posmodernismo como estilo estaba en todas las revistas y publicaciones. Luego hemos entendido que lo interesante ocurría en realidad en ámbitos más discursivos, en la filosofía de los post-estructuralistas franceses por ejemplo, que lo de Charles Jencks era más una estrategia de marketing, pero por aquellos años en la FAU se leía poco. En todo caso fueron años de gran eclecticismo.
Afortunadamente teníamos algunos profesores atrincherados defendiendo los mejores valores de la modernidad, que nos enseñaron a ver un poco más allá del formalismo del “postmodernism”. Personalmente me interesaban mucho los discursos de revisión histórica del precepto moderno como los de Aldo Rossi, o Robert Venturi, pero más como indagaciones teóricas que por los resultados que producían. Los italianos, con Gregotti y Rossi, El Brutalismo británico, el Team 10 con James Stirling a la cabeza y, por supuesto, la sombra siempre larga de los maestros (Aalto, Le Corbusier, Wright, Mies), fue importante para toda mi generación. También Villanueva, que para todos nosotros era una referencia natural y cotidiana. De diseño se hablaba poco en la FAU, por no decir nada. Hacerlo era casi una excentricidad. Personalmente me interesaban mucho el trabajo de Aalto y los nórdicos.
Para quienes estamos inmersos en el ejercicio profesional, la academia luce a veces un poco distante, al mismo tiempo necesaria. ¿Por qué la selección de un Máster en Historia y Crítica?.
¿Cuál fue la principal motivación para la selección de la obra de Alto como tópico?.
Cuando salí de la facultad y tuve la posibilidad de hacer un Máster, sentí la necesidad de “atender” ciertas deficiencias que un pensum como el de la FAU, basado en la emulación de la práctica del ejercicio profesional más instrumental. Había dejado en aspectos más teóricos y/o filosóficos. En los años que yo estudié, el eje fundamental de formación era el diseño arquitectónico pero, como dije, en su cara más instrumental, siempre dando más énfasis a la cosa que al discurso. Se estudiaba un poco “a pesar” de la teoría y la Historia, muchas veces entendidas como distracciones a lo que verdaderamente importaba: diseñar. Yo había tenido la suerte de tener profesores como Alberto Sato y Gustavo Flores, en Historia de la Arquitectura, y a Maciá Pintó en diseño, que habían despertado la curiosidad por los contenidos discursivos que están detrás de las formas.
También había estado en contacto con Jesús Tenreiro, quien entendía la producción de la arquitectura como una imbricación indisoluble entre práctica y teoría, que a muchos de nuestros profesores incomodaba. Jesús, en su deliciosa asignatura Psicología Arquetipal, nos deleitaba con el riquísimo espectro filosófico y cultural del que era poseedor, lo que además de tener un gran poder de seducción, influyó en la necesidad posterior de dedicar más atención a aspectos teóricos.
En cuanto a escoger a Aalto como objeto de estudio, cuya obra había sido importante como referencia en mis años de estudio, fue descubrir cuanto se había dedicado a la reflexión teórica, muy al contrario de lo que nos habían enseñado los tópicos. Aalto había escrito, y mucho. Fue una revelación enormemente seductora. La sensible implicación con el lugar y el usuario, y la exquisita materialidad de la obra de Aalto, ahora nutridos por una extensísima aportación teórica, invitaban a la profundización de su estudio.
Montar una oficina de diseño para prestar servicios de consultoría y proyecto ha sido una de las grandes soluciones y salidas profesionales de arquitectos y diseñadores. ¿Por qué abrir un taller y no un despacho? ¿Cómo fue el modelo inicial para concebir ese taller? Después de todos estos años, ¿La idea del taller funciona como modelo para el desarrollo profesional de los diseñadores?
Después de haber terminado la Maestría y haber dedicado un tiempo importante a la indagación teórica, sentí otra vez la necesidad de volver a la práctica. Con el Máster había descubierto no tener vocación para dedicarme a la teoría como práctica, y hacer carrera en la academia o en la investigación. Trabajé unos años en oficinas de arquitectura en Barcelona pero una cierta práctica de la arquitectura como aplicación de catálogos de soluciones técnicas preconcebidas y basada en el uso de las herramientas digitales como representación y no como indagación proyectual, muy presente en las oficinas de Barcelona de esos años, acabó por aburrirme. Se hacían proyectos con copy-paste. Fue ahí que puse la mirada atrás y montamos un taller donde proyectar y fabricar estuvieran presentes. Sentía la necesidad de controlar el proceso. De la idea a la cosa, de forma directa, como ya lo había hecho 25 años atrás en el taller de mi padre.
Los primeros encargos fueron maquetas de arquitectura, pero siempre con el objetivo de diseñar y fabricar lo diseñado. Poco a poco, el estudio empezó a adquirir cierta reputación por ser un sitio donde se diseñan las maquetas, como objetos con valor propio y no sólo como representación de un proyecto concreto. Al no tener un uso directo, y ser objetos contemplativos, las maquetas entendidas de modo experimental, nos dieron la posibilidad de hacer uso de muchos materiales y técnicas que luego hemos podido aplicar en otras escalas. Más tarde, y de un modo natural, pudimos pasar a la escala 1:1, y a la situación actual.
Sobre la segunda parte de tu pregunta, es evidente que la fórmula de taller- oficina, nos ha dado gran versatilidad de acción. Podemos atacar muchos problemas y de distinta índole, desde la consultoría en diseño, hasta la fabricación de prototipos y series. Para mi, es la situación ideal, poder saltar del proyecto a la fabricación, y de ésta otra vez al proyecto, es perfecta. Proyecto y fabricación como espejos encontrados que se multiplican.
En MedioDesign hay un triada que nos parece muy interesante: diseño y producción de objetos con y sin encargo, experiencia docente y un sentido claro de la experimentación. En estas tres áreas, ¿podrías comentar alguna experiencia que haya sido especialmente poderosa en términos del abono y perspectivas de MedioDesign?
Esos tres ejes principales de actividad del estudio han convivido de modo bastante natural y orgánico durante estos años. Se alimentan y complementan mutuamente.
La consultoría implica acompañar y enriquecer las ideas de otros, el manejo de aspectos como el de la autoría y el ego, a veces bastante delicados. Es un terreno en el que nos sentimos bastante cómodos y es una de las actividades principales del estudio. Lo interesante es entender que si bien el germen de diseño no es propio, el proceso posterior deja amplios márgenes para el desarrollo y el verdadero diseño, al menos como yo lo concibo. Como decía siempre Jesús Tenreiro, las ideas no son de nadie, están “por ahí”, lo importante es cómo las materializas. Ahí estamos nosotros.
Los trabajos propios vienen por la necesidad de formular, de expresarte, de crear desde cero. Detecto un problema, defines un tema y te lanzas. Implica riesgo, obviamente. Es un camino difícil pero estimulante, del que aprendes muchísimo. Tiene el problema de que hay que generar el cliente, un trabajo para el que ciertamente no estamos formados.
En cuanto al trabajo de formación, además de ser una actividad que da salidas a la situación de crisis que atravesamos, es una plataforma de experimentación importante. Al no tener la presión de un cliente o de un presupuesto, hay mucha más libertad. También recompensa la trasmisión de conocimientos y la retroalimentación con los alumnos. Muchas de las técnicas y materiales que usamos en nuestros proyectos vienen de la experimentación hecha en los talleres de formación.
Los medios de producción se encuentran en constante y acelerada transformación, ¿qué representa para ti todo este movimiento de lo digital en la fabricación?.
La fabricación digital es un escenario completamente nuevo. Las tecnologías asociadas, como el CNC o el láser, tienen ya bastantes años, y son ampliamente aplicadas en la industria desde hace décadas. Lo que es nuevo es el acceso que, como diseñadores y arquitectos, tenemos a ellas. No hay mediación, hay control sobre todo el proceso. En el estudio podemos controlar el diseño y luego la fabricación, pero luego ésta da pistas sobre el propio diseño, lo que crea loops operativos casi siempre positivos. Ello es posible por la digitalización de todos los procesos. Ya no hay representación, sino que desde el trabajo de diseño en la computadora el objeto está “presentándose”, y su formulación depende directamente del ‘cómo’ de su fabricación, cosa que ocurre inmediatamente después.
Ahora estamos entrando en la novísima tecnología de impresión 3d. Es un camino que estamos transitando con prudencia, es sin duda muy seductor, e implica la revisión de muchos conceptos. Personalmente me pone nervioso que se hable tan poco de diseño cuando se habla de 3d printing. Es la apología del proceso de fabricación. El medio como fin en sí mismo. Puede que pensar algo e imprimirlo, sea una idea contraria al diseño mismo. Estamos muy atentos al desarrollo de la tecnología y de hecho ya la usamos en el taller.
Muy interesante es la irrupción del diseño ‘paramétrico’, que me interesa más como herramienta de control de producción y optimización que como herramienta de formulación formal. Puede caerse fácilmente en trasladar los ‘apriorismos’ de autor de un lado a otro. Antes se escogía una forma, ahora es una fórmula matemática, un algoritmo. En todo caso se trata de utilizar la capacidad de computación como herramienta de proyecto y no sólo como representación.
¿Cómo vez el Taller y el trabajo profesional en los próximos 20 años?. ¿Qué proyectos te gustaría hacer o cuál ha sido el área de trabajo al que no has podido ingresar?.
¡Gorda pregunta!. Justamente ahora estamos con el guarismo de los 20 años sobre la mesa, ya que es el tiempo que tenemos en Barcelona. Estamos en el proceso de revisión de lo que han sido estos 20 años y, por supuesto, imaginar lo que será el futuro. No está nada claro. Es un momento convulso y de encrucijada. Está claro que el modelo de capitalismo en el que estamos metidos todos es en muchos sentidos insostenible, que asistiremos a grandes cambios en los próximos años, y no necesariamente a peor. Soy optimista, pero realista, y el panorama es cuando menos confuso, pero también apasionante. Creo que es importante recuperar o algunos referentes pasados que nos hemos dejado en el camino o generar algunos nuevos contra los que reconocernos en el futuro. La crisis que nos embarga no es coyuntural, es de modelo y no sólo en términos económicos, sino civilizatorios. Necesitamos relatos!.
En lo que respecta al trabajo, el estudio, después de haber trabajado los últimos años en el desarrollo de diseño “reproducible”, que ha dado algunos frutos y arrojado conclusiones en cuanto a las limitaciones del “self production”, queremos indagar caminos de mayor libertad, de pensar piezas más especiales, bien como parte de proyectos, bien como trabajo personal, sin las limitaciones que implica la serie. Sabemos que esto nos acerca un poco hacia el terreno difuso de los límites entre diseño y el arte, pero es un camino que queremos explorar.
La definición de crisis es definitivamente algo muy complejo. En Venezuela y en el mundo entero este fenómeno se manifiesta de forma diferente, pero siempre conectado con los modelos económicos, con la producción de bienes, con las relaciones entre la sociedad y los medios de producción. ¿Podrías dar a estudiantes y jóvenes profesionales de la arquitectura y el diseño algunas cortas palabras sobre posibles caminos para el crecimiento profesional e individual?.
Esto creo haberlo planteado en mi respuesta anterior. Decía que el momento es difícil y confuso, pero también creo que apasionante. Las posibilidades de indagación y exploración actuales son enormes. Lo que diría a los jóvenes, es que no pierdan nunca la sed de aprendizaje, que no pongan nunca los instrumentos por delante de la ideas, y que mantengan, y desarrollen si es posible, una ética donde por delante de las formas y los éxitos están las personas.
Información
Juan Pablo Quintero (Caracas, 1966) se graduó con honores de arquitecto en la Faculta de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. En 1994 cursó el Máster en Historia y Crítica de la Arquitectura en la Universidad Politécnica de Catalunya, Barcelona, donde obtuvo mención Especial del Jurado por su tesis “Habitar de Tiempo” sobre la obra del arquitecto Alvar Aalto. Comenzó estudios de Doctorado, obteniendo la Suficiencia Investigadora en 1999, y cambia la vida académica por fundar MedioDesign en 2000.
Juan Pablo Quintero combina su actividad profesional en las áreas del diseño industrial y la arquitectura con la docencia. Ha sido profesor invitado en las escuelas de diseño más prestigiosas de Barcelona, como Elisava, Instituto Europeo di Design IED, Escola Universitaria de Disseny BAU, así como en la Universidad de Barcelona UB y la Politécnica de Catalunya UPC, entre otras. Es director de un programa de workshops en Diseño y Fabricación Digital permanente desde el 2008 en las instalaciones de Mediodesign, al que asisten alumnos internacionales. Mantiene un convenio académico con las escuelas de Arquitectura de las dos Universidades más importantes de Venezuela, Universidad Central de Venezuela y Universidad Simón Bolívar, en Caracas. Ha dirigido más de 50 workshops en diseño y nuevas tecnologías aplicadas a la arquitectura, y se encuentra en fase de expansión a países como EEUU, Brasil, Colombia, Chile y Argentina.
Quintero desarrolla en el año 2010 su primera colección de mobiliario íntegramente diseñada y fabricada en su taller de Barcelona: sillas, mesas, lámparas y sistemas de estanterías. Su lanzamiento a escala internacional lo realiza en la Feria del Mueble de Colonia IMM Cologne en el 2011, alcanzando un gran reconocimiento por la alta calidad de sus piezas y su fina ejecución.
MedioDesign Studio / Design & Digital Fabrication Barcelona
www.mediodesign.com
Excelente!!! Digno de comenzar un buen libro…saludos!!!