Eataly: Diseño de Experiencia o comiendo en Italia
Las relaciones entre la alimentación y el diseño son cada vez más claras. Especialmente cuando la creación y desarrollo de las ciudades han tenido siempre componentes básicos para su funcionamiento: energía, territorio, espacios, personas, alimentos.
En un espacio de 4.500 mts. cuadrados, poco más de la mitad de una campo de fútbol, desde agosto de 2011 los habitantes de la ciudad de New York cuentan con un espacio para disfrutar de un mercado y una serie de lugares dedicados a la comida italiana concentrados en un solo espacio. Eataly es el primer emprendimiento en los Estados Unidos de una enorme cadena negocios de comida, básicamente on-line, con base en Torino del joven industrial italiano Oscar Farinetti.
Mucha gente queriendo entrar, aunque para ser un sábado en la noche, no vimos colas en las aceras como ocurre en muchos lugares de esta ciudad. El local se encuentra en una zona totalmente renovada y muy transitada donde donde se conecta la 5ta Avenida con Broadway, frente al Madison Square Park y diagonal al famoso Flat Iron.
El Diseño de Experiencia, un nombre acuñado por Donald Norman y después explorado por muchos autores como Nathan Shedroff, nació de los ambientes de interactividad, de la experiencia de los usuarios con interfaces digitales. Actualmente, el término ha servido para entender como son esas experiencias de usuario frente a las posibilidades reales en el uso. Igualmente ha servido para conocer de las posibilidades en el desarrollo de sistemas que involucran varias disciplinas, donde aparece la comunicación visual, el diseño industrial, los espacios y las interfaces. Eataly es un buen ejemplo de Diseño de la Experiencia que comienza con la creación del nombre: una fusión entre comer (eat) e Italia haciendo uso lo que se ha llamado el Naming, en el espíritu de las marcas.
Los primero que encontramos al entrar en ese laberinto de colores y olores es una zona de café y helado (sorbetes). Durante todo el recorrido vamos a encontrar lo que ya vemos en la entrada: varias maneras de relacionarse con el café, diferentes formas de experiencias. Desde pedir un café expreso en barra mirando la máquina y leyendo en la parte superior del espacio la lista de precios, hasta comprar café perfectamente empacado como si se tratara de un mercado, de un automercado.
Y allí comienza el recorrido en una espacio totalmente cerrado, de techos altos con acabados semi-industriales desde donde cuelgan imágenes, textos, señales. Cada ambiente, sin ninguna interrupción, va ofreciendo a la muchedumbre un menú de opciones casi ilimitado. Desde el lugar de los quesos se pasa a una zona de vinos donde se puede comer de pie un aperitivo.
Se trata de comer, de comprar, de pasearse por los sabores de una Italia encapsulada. Los espacios, especialmente para comer, están diseñados para tener la experiencia de lugar de comida rápida pero con la sencillez y atención de un restaurante cercano, sin lujos. Y allí hay de casi todo.
Los habitantes de New York, así como casi todas las personas que viven en grandes centros urbanos, han vivido en los últimos años los movimientos relacionados con la comida, la gastronomía como motor de la economía. También, han podido vivir esta nueva tendencia mundial de “comer fresco”, la aparición de mercados de verduras en plena ciudad, una experiencia que en ciudades de provincia es totalmente común. Especialmente conocen las nuevas etiquetas para la “comida sana”: los productos orgánicos. Estos productos supuestamente garantizan que en los procesos utilizados en todo el ciclo de producción y distribución no se incluyen agentes químicos, fertilizantes, hormonas, etc.
El diseño de empaque y de la exhibición (displays) son fundamentales en un negocio de este tipo. Una mezcla de ‘bodegón’ con tiendas de aeropuerto (free shop) y mercado popular, donde se presentan productos muy tradicionales y otros muy exclusivos. Marcas conocidas de vinos y pastas italianas, especies, quesos. Alimentos visualmente deliciosos dispuestos como en el mercado del sábado.
Algunas marcas, muy pocas, son de la empresa. Podemos imaginar las implicaciones comerciales y el riesgo que significa esta operación, así que en medio de tanta variedad se puede ver la complejidad en el manejo de proveedores y distribución.
Finalmente, esta experiencia que comienza en la acera de la calle y que atraviesa por un laberinto de olores con gráficas de Marimekko que adornan los techos del local, desemboca en relaciones con objetos que son parte de la cultura italiana. Las famosas máquinas italianas de café y los ‘objetos de diseño’ que también identifican este país y que pueden comprarse en Eataly como si se tratara de souvenirs.
Información
Eataly New York
www.eatalyny.com