Diseño: identidad cultural, gastronomía y objetos

Majafrito

La cultura, entendida como el grupo de conocimientos, valores, doctrinas, interrelaciones y prácticas de una sociedad determinada, sin duda, es la principal valía que posee. La tradición permite preservar la cultura y, en suma, ello le da el reconocimiento colectivo e individual que fortalece a los pueblos.

Entre otras cosas la cultura se compone de “objetos materiales propios” que representan “bienes culturales” y constituyen la expresión o testimonio de la creación humana y la evolución social, por lo tanto, tiene un valor arqueológico, histórico, artístico, científico o  técnico excepcional. Los objetos son una expresión física de la cultura que le permite a las personas la consecución de sus actividades para su desarrollo. La forma de tales objetos responde a los materiales y a la tecnología disponible en la sociedad para el momento de su creación y su configuración depende del nivel de diseño que se practique. Los objetos culturales forman parte de la tradición en la medida en que su forma, función y uso son reconocidos por las diversas generaciones que interactúan con ellos, y en esa medida la cultura se reafirma como tal.

Sin embargo, la cultura no es un hecho estático. Muchos de los objetos culturales de una sociedad son efímeros y otros perdurables. Algunos objetos resuelven necesidades del momento y otros acompañan a las generaciones en el logro de sus actividades en virtud de la utilidad que reportan. En efecto, muchos de los objetos que se mantienen en la cultura han desaparecido o han ido perdiendo su reconocimiento cultural, principalmente, por problemas adicionados al diseño de tipo funcional, tecnológico o estético. Sus formas ya no simbolizan lo mismo que hicieron en sus orígenes; se observa cierta ineficacia en su función o, bien, se presentan dificultades o incomodidades en la interrelación con ellos. La configuración, los materiales y la tecnología de algunos objetos culturales comienzan a perder el reconocimiento social debido al desfase generacional, ya que los factores que permitieron la concepción y materialización inicial del objeto, nada tiene que ver con los factores que le dan vida a los objetos de hoy en día (a pesar que la necesidad que le dio origen se mantiene y se proyecta en el tiempo). En consecuencia, si culturalmente aún persiste la necesidad de hacer algo, y la configuración, función o uso que permitan lograr ese algo posee ciertas deficiencias, es oportuno revalorizar esos aspectos con el fin de preservar la cultura, continuar con la tradición y el uso de ellos.

Como puede observarse, tal enfoque implica que hay objetos culturales que merecen ser considerados para su revalorización y adaptación a la cultura glocal de la actualidad. En este escenario el Diseño Industrial asume la responsabilidad de adaptar los objetos culturales a su tiempo. Así, en cierta medida, los proyectos de diseño deben apartarse de los modelos idealistas universales de otrora, y, ahora deben corresponderle a esos conocimientos, valores, doctrinas, interrelaciones, y prácticas de la sociedad donde éste opera. El diseño, debe orientarse a las subculturas, a la sociedad desmasificada que posee valores, códigos plásticos –visuales y significados propios no solo con el objetivo de mejorar considerablemente la vida de las personas, sino también de reforzar la identidad cultural.

En este sentido, un buen ejemplo de lo planteado anteriormente, es precisamente el conocido “Majafrito”, un objeto utilizado en la gastronomía de República Dominicana  y ( en buena parte del contexto Caribeño), el cual se usa para facilitar las actividad de majar o aplastar las rodajas de plátano verde para hacer los llamados tostones, fritos verdes o patacones que acompañan a una gran cantidad de comida hecha en casa, restaurantes o en puestos de comida ambulante, que, prácticamente, se consumen todos los días.

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La huella del “Majafrito” y su inclusión en la cultura dominicana es innegable, aunque no se puede precisar su origen, éste surgió como una respuesta para facilitar el majado del plátano que desde tiempos remotos se viene haciendo. Para hacer los tostones se tiene que cortar el plátano verde en rodajas (sin piel), se fríen en aceite, se sacan para majarlos y luego se vuelven a freír hasta que estén dorados. El “Majafrito” permite que las rodajas de plátano recién sacadas del aceite caliente no se toquen con las manos y se garantice cierta uniformidad y rapidez en el proceso.

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Pues bien “nuevos usuarios” de este objeto reportan cierta disconformidad, principalmente en aspectos de la estética y el uso del Majafrito, lo que supone un riesgo a esa forma de majar el plátano, a no ser considerada por las venideras generaciones.

En virtud de ello, los estudiantes del Taller de Diseño del Producto I, de la carrera de diseño Industrial del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) de la República Dominicana, asumieron el proyecto de rediseñar el tradicional Majafrito con el objetivo de revalorizarlo y reposicionarlo dentro de la cultura dominicana para reforzar su identidad gastronómica.

En el contexto que se alude con los estudiantes, se generaron una serie de ejercicios que se desarrollaron bajo un proceso metodológico que constó de cuatro fases; Planteamiento, Investigación y análisis, Ideación, Evaluación y perfeccionamiento. Cada una de estas fases se llevaron a cabo haciendo énfasis en la interacción del objeto con los diferentes usuarios, y entornos, que nos llevaron a corroborar y reconocer que:

El objeto definitivamente era poco atractivo para el usuario, no compartía el universo estético, simbólico ni semántico del perfil del usuario seleccionado, presentaba problemas de practicidad y funcionalidad, de higiene y mantenimiento y carecía de condiciones mínimas  ergonómicas que garantizarán una experiencia de uso gratificante.

En este orden de ideas, en la fase de Ideación se inició con la conceptualización de lo que representaba el “Majafrito” para la cultura gastronómica dominicana, también se propuso trabajar con las analogías para la generación y concepción de las formas, analogías biológicas, mecanicistas y lingüísticas que generaron reflexiones y propuestas muy interesantes. Dejando claro siempre, la importancia de la función en el objeto pero haciendo énfasis en los aspectos formales para encontrar el equilibrio y la armonía necesaria que requería el nuevo producto, devolviéndole así, un interés y atractivo que había perdido.

Estos, son algunos ejemplos del gran universo de propuestas que presentaron los estudiantes:

Propuesta Nº 1 | Frito Palmera

Objeto concebido, bajo una  analogía biológica, que trabajo con el ave nacional dominicana “La Cigua Palmera” como fuente de inspiración formal. Diseñado por la estudiante Desiree Peralta.

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Propuesta Nº 2 | Majessi

Objeto inspirado en el Rey (pieza de ajedrez, por su importancia y rol protagónico dentro del juego), haciendo la analogía mecanicistas de la pieza con el rol del frito “tostón” en la gastronomía dominicana. Diseñado por  la estudiante María Tejada.

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Propuesta Nº 3 | Dijamont

Objeto inspirado en la estructura y forma de un diamante, posicionando al frito como un objeto de gran valor en la cultura  gastronómica dominicana. Diseñado por la estudiante Nicole Peña.

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Por todo lo expuesto en el desarrollo de este proyecto, queda claro que el diseño debe considerar, además de los procesos referidos a la manufactura, ergonómicos, funcionales, de mercado, (entre otros), tener presente al ser humano y su relación cultural, es decir, el Diseño Industrial debe verse como una disciplina de acción social que considera los aspectos más inherentes de la culturas con un enfoque global. El Diseño Industrial es una herramienta para el fortalecimiento de la identidad cultural que a través del rediseño de objetos, permite su revalorización y, fortalecer la tradición.

Información

INTEC / Instituto Tecnológico de Santo Domingo
www.intec.edu.do

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