Haciendo energía: el culto al cuerpo como negocio verde y sustentable
Un gimnasio en la ciudad de New York utiliza la energía de las personas que hacen ejercicio para producir energía eléctrica. Este es uno de los pocos establecimientos en los Estados Unidos que ya comenzaron con este modelo de negocios. Una idea totalmente verde, que apunta hacia la autonomía energética. La gente de Green Revolution es la compañía que comenzó a utilizar esta tecnología en las bicicletas de spinning para estos centros de acondicionamiento físico en Manhattan.
Una hora de clase de spinning, con más 20 participantes, tiene el potencial de generar más de 2.000 vatios por hora, suficiente energía para encender más de 100 lámparas fluorescentes compactas. En muchos de los programas y rutinas de entrenamiento, como el RPM (Rhythm of Powerful Music), una persona promedio produce durante una clase 100 watts. Con salones completos, como suelen estar estos establecimientos, se podrían producir 3 megawatts por año, suficiente para dar energía durante un mes a 70 viviendas.
Con esta posibilidad energética, el ‘culto al cuerpo‘ deja de tener un fin personal y pone la producción de endorfinas al servicio del planeta. La gente ya no irá al gimnasio solamente a bajar de peso o a mantener su salud, sino a producir vatios. “¿Cuántos vatios hiciste hoy?, serán las expresiones del futuro.
La idea no es para nada nueva. Lo que si es realmente novedoso es la implantación como actividad rentable y la selección del nicho de mercado. El uso de la energía potencial a partir del cuerpo recuerda esa imagen de un hámster corriendo en una pequeña “rueda de la fortuna”. En el Museo de Ciencias + Industria de Chicago una gran rueda con este concepto, sirve para hacer la medición de algunos valores del metabolismo de las personas durante la actividad física.
En el libro The Human-Powered Home, la ambientalista americana Tamara Dean escribe sobre las posibilidades de recuperar energía en actividades de la vida cotidiana, en el uso de electrodomésticos de la casa. Aquí se discute sobre la ciencia y la historia de propulsión humana como fuente de energía. Una publicación, que tiene como centro la bicicleta y que relata sobre la construcción de pequeños dispositivos caseros para el aprovechamiento de la energía.
En el trabajo Alternative Energy Sources in Product Design 2000-2005 (pdf), publicado por el profesor Arjen Jansen de la Delft University of Technology en Holanda, se recogen 5 años de investigación y diseño del Máster de diseño e ingeniería en el área de las energías alternativas y su aplicación en productos. Desde la academia, este es un tópico de constante atención.
En los años setenta utilizamos en nuestras bicicletas un pequeño dispositivo que se colocaba en una de las ruedas y que con el roce del caucho el “dinamo” producía la electricidad suficiente para encender el faro. Una especie de autonomía ridículamente eficiente. Fue muy popular el dinamo inventado por la antigua empresa británica Joseph Lucas, quienes a finales del siglo XIX producían lámparas de aceite para barcos y que luego entraron en el negocio de sistemas de iluminación para bicicletas.
Son muchas las patentes que se registran y que tienen como foco el aprovechamiento de la energía utilizada para montar bicicletas. Algunas, por la manera tan general como se presentan podrían hasta bloquear la producción de nuevos proyectos en esta área.
El diseño de productos ha visto en esta área, de la generación de energía con el cuerpo, un espacio para el desarrollo de formas que puedan ofrecer al público general una interface para esas tecnologías. En 1946 el diseñador americano nacido en Inglaterra Benjamin G. Bowden (1907 – 1998) diseñó el prototipo de la Electric Bike o Spacelander Bicycle, presentada en la exhibición Britain Can Make it en el Victoria and Albert (V&A) Museum, Londres, junto a más de 5.000 productos. Una bicicleta con formas aerodinámicas y con una poderosa imagen futurista, estaba dotada de un dinamo para la producción de electricidad y una batería que permitía almacenarla. Desarrollada para ser fabricada en aluminio y luego producida en serie en 1960 en USA con fibra de vidrio, corrió con los riesgos que tienen los productos de desaparecer por causa de sus altos costos de producción. Hoy, la Spacelander es un ‘objeto de culto’ que forma parte de la colección del Brooklyn Museum aquí en Nueva York.
Toda esta idea moderna de ofrecer nuevas ventajas tecnológicas a un producto tan cotidiano como la bicicleta, tienen en este nuevo siglo un respaldo conceptual y de consenso con el gran paraguas de la sustentabilidad. En el libro Worldchanging: A User’s Guide for the 21st Century, editado por Alex Steffen, escrito por Al Gore y diseñado por Stephan Sagmeister (libro premiado en su primera edición en 2005 con el Cooper-Hewitt National Design Award) aparecen algunas alternativas como el proyecto BioLogic ReeCharge, de la firma Dahon para Apple, igualmente conecta un dinamo en la bicicleta para producir electricidad y utiliza una batería de litio. En este proyecto, la intervención del diseño de producto aprovecha inteligentemente los recursos disponibles para ofrecer estas prestaciones energéticas.
Y el tema, 40 años después de la Spacelander Bicycle, es nuevamente foco de atención de empresas y diseñadores. Un buen ejemplo en la exploración de nuevas formas en esa tarea de hacer comestibles las nuevas tecnologías la encontramos en esta propuesta, para el el premio de diseño Lite-On Award, que promueve una de las mayores empresas en el ramo de la energía y la iluminación de toda Asia. El Healthy Electricity es una bicicleta estacionaria que produce y almacena electricidad. El diseño explora en términos formales las experiencias que podrían tener las personas con el concepto verde relacionado con el consumo eléctrico.
Otra propuesta con la misma dirección es la Grasshopper Bicycle, del diseñador de producto portugués David Gonçalves. Un bicicleta plegable que combina las posibilidades de transporte y de ejercicios estacionarios, convirtiendo y almacenando la energía de estas dos actividades en electricidad.
Por último, esta infografía producida por la gente de Mophie presenta la Historia de la tecnología de las baterías. Nos parecía interesante este recorrido por la historia de los sistemas de almacenamiento de electricidad, porque las propuestas de diseño han estado casi siempre limitadas por uno de los principales escollos tecnológicos: el tamaño de las baterías.
Este paseo, que comienza con un hecho totalmente cotidiano y muy comercial, intenta revisar algunas de las conexiones que se desprenden de actividades tan populares como el ‘culto del cuerpo’ y el Fitness, para observar que ocurre con el proyecto, con el diseño de objetos, con las interfaces de producto. Un recorrido desde la cotidianidad hasta la condición física del hecho. Desde lo conocido hasta lo técnico. Para entender que ambas condiciones son inseparables.